Platón utiliza los mitos para explicar distintos aspectos de la realidad.

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El caballo blanco
simboliza las tendencias positivas del hombre, como coraje, valor, esperanza, y
Platón lo denomina parte irascible del alma. Platón la sitúa en el pecho
(sentimientos).
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El caballo negro
representa las tendencias negativas del alma, las pasiones más viles. Es la
parte concupiscible del alma, situada en el estómago y relacionada con la
sexualidad (físico).
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El auriga representa
la capacidad intelectual. Es la parte racional y representa el pensamiento, que
sitúa en la cabeza (ideas).
El alma vive y se mueve por el mundo de las ideas, que es su hogar.

Si el auriga pierde el control sobre los caballos,
se rebelan y no podrá elevarlos.
En algunas ocasiones la falta de control hace que
se rompa el equilibrio entre las distintas partes y el alma cae al mundo
sensible; en este necesita un cuerpo. El alma sin alas y encerrada en un cuerpo
se siente prisionera, extraña y su
deseo más grande es volver al mundo inteligible. Para que el alma pueda
retornar al mundo inteligible, necesita que le vuelvan a brotar alas, y la
única manera de que esto ocurra es a través de la educación, es decir, a través
de la dialéctica, filosofía, amor o el recuerdo.
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