miércoles, 26 de noviembre de 2014

EXPLICACIÓN DEL MITO DE LA CAVERNA.


Elementos del mito:

Existe una caverna subterránea donde hay unos hombres prisioneros. No han visto nunca la luz del sol. Están encadenados de pies y manos en el fondo de la caverna. Hay una abertura que comunica con el exterior pero los prisioneros están de espaldas a ella. Sólo ven el fondo de la caverna.

Detrás de los prisioneros hay una hoguera de la que les separa un muro. Por encima del muro pasan otros hombres llevando objetos. El fuego proyecta sobre el fondo de la Caverna las sombras de las personas que van por el muro. Creen que esas sombras son la verdadera realidad.

Uno de los prisioneros consigue liberarse de las cadenas. Sale de la caverna. Contempla el mundo que hay fuera. Poco a poco se va acostumbrando a la luz hasta que llega a contemplar el sol.

El prisionero liberado debe volver a la caverna para enseñar la verdad a los demás.


Significado del mito:


~        La caverna: Representa el Mundo Sensible. Los prisioneros somos los seres humanos que vivimos encadenados en el mundo sensible. Creemos que el mundo físico es el único que existe. Las cadenas son los sentidos y los deseos del cuerpo.

~        Las sombras: Representan a los seres del mundo sensible. Lo que nosotros vemos en el mundo físico creemos que es lo real, pero solo son sombras. No son la verdadera realidad. Estamos engañados.



~        El mundo fuera de la caverna: Representa el mundo de las ideas. El prisionero que logra escapar es el filósofo, que ha conseguido desprender las cadenas del cuerpo para llegar al conocimiento verdadero. Pero poco a poco va conociendo el mundo inteligible hasta llegar a conocer la IDEA DE BIEN (EL SOL).

martes, 25 de noviembre de 2014

PLATÓN. MITO DE LA CAVERNA.


(514a) – Después de eso –proseguí– compara nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de educación con una experiencia como ésta. Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza. Más arriba y más lejos se halla la luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay un camino más alto, junto al cual imagínate un tabique construido de lado a lado, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima del biombo, los muñecos.

– Me lo imagino.  


– Imagínate ahora que, del otro lado del tabique, pasan hombres que llevan toda clase de utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y otros callan.

– Extraña comparación haces, y extraños son esos prisioneros.

– Pero son como nosotros. Pues en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos, o unos de los otros, otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que tienen frente a sí?

– Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas.

– ¿Y no sucede lo mismo con los objetos que llevan los que pasan del otro lado del tabique?

– Indudablemente.

– Pues entonces, si dialogaran entre sí, ¿no te parece que entenderían estar nombrando a los objetos que pasan y que ellos ven?

– Necesariamente.

– Y si la prisión contara con un eco desde la pared que tienen frente a sí, y alguno de los que pasan del otro lado del tabique hablara, ¿no piensas que creerían que lo que oyen proviene de la sombra que pasa delante de ellos?

– ¡Por Zeus que sí!

– ¿Y que los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los objetos artificiales transportados?

– Es de toda necesidad.

– Examina ahora el caso de una liberación de sus cadenas y de una curación de su ignorancia, qué pasaría si naturalmente les ocurriese esto: que uno de ellos fuera liberado y forzado a levantarse de repente, volver el cuello y marchar mirando a la luz, y al hacer todo esto, sufriera y a causa del encandilamiento fuera incapaz de percibir aquellas cosas cuyas sombras había visto antes. ¿Qué piensas que respondería si se le dijese que lo que había visto antes eran fruslerías y que ahora, en cambio está más próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y que mira correctamente? Y si se le mostrara cada uno de los objetos que pasan del otro lado del tabique y se le obligara a contestar preguntas sobre lo que son, ¿no piensas que se sentirá en dificultades y que considerará que las cosas que antes veía eran más verdaderas que las que se le muestran ahora?

– Mucho más verdaderas.

– Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría de eludirla, volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar que éstas son realmente más claras que las que se le muestran?

– Así es.

– Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo antes de llegar hasta la luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por ser arrastrado y, tras llegar a la luz, tendría los ojos llenos de fulgores que le impedirían ver uno solo de los objetos que ahora decimos que son los verdaderos?

– Por cierto, al menos inmediatamente.

– Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En primer lugar miraría con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de los hombres y de los otros objetos reflejados en el agua, luego los hombres y los objetos mismos. A continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo, mirando la luz de los astros y la luna más fácilmente que, durante el día, el sol y la luz del sol.

– Sin duda.

– Finalmente, pienso, podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en otros lugares que le son extraños, sino contemplarlo como es en sí y por sí, en su propio ámbito.

– Necesariamente.

– Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las estaciones y los años y que gobierna todo en el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos habían visto.

– Es evidente que, después de todo esto, arribaría a tales conclusiones.

– Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y de sus entonces compañeros de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del cambio y que los compadecería?

– Por cierto.

– Respecto de los honores y elogios que se tributaban unos a otros, y de las recompensas para aquel que con mayor agudeza divisara las sombras de los objetos que pasaban detrás del tabique, y para el que mejor se acordase de cuáles habían desfilado habitualmente antes y cuáles después, y para aquel de ellos que fuese capaz de adivinar lo que iba a pasar, ¿te parece que estaría deseoso de todo eso y envidiaría a los más honrados y poderosos entre aquéllos? ¿O más bien no le pasaría como al Aquiles de Homero, y «preferiría ser un labrador que fuera siervo de un hombre pobre» o soportar cualquier otra cosa, antes que volver a su anterior modo de opinar y a aquella vida?

– Así creo también yo, que padecería cualquier cosa antes que soportar aquella vida.

– Piensa ahora esto: si descendiera nuevamente y ocupara su propio asiento, ¿no tendría ofuscados los ojos por las tinieblas, al llegar repentinamente del sol?

– Sin duda.

– Y si tuviera que discriminar de nuevo aquellas sombras, en ardua competencia con aquellos que han conservado en todo momento las cadenas, y viera confusamente hasta que sus ojos se reacomodaran a ese estado y se acostumbraran en un tiempo nada breve, ¿no se expondría al ridículo y a que se dijera de él que, por haber subido hasta lo alto, se había estropeado los ojos, y que ni siquiera valdría la pena intentar marchar hacia arriba? Y si intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz, ¿no lo matarían, si pudieran tenerlo en sus manos y matarlo?

– Seguramente.

– Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que anteriormente ha sido dicho, comparando la región que se manifiesta por medio de la vista con la morada–prisión, y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol; compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las cosas de arriba con el camino del alma hacia el ámbito inteligible, y no te equivocarás en cuanto a lo que estoy esperando, y que es lo que deseas oír. Dios sabe si esto es realmente cierto; en todo caso, lo que a mí me parece es que lo que dentro de lo cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la Idea del Bien. Una vez percibida, ha de concluirse que es la causa de todas las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el ámbito inteligible es señora y productora de la verdad y de la inteligencia, y que es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público.

– Comparto tu pensamiento, en la medida que me es posible.




miércoles, 19 de noviembre de 2014

PLATÓN. LAS VIRTUDES Y LA CIUDAD IDEAL. POLÍTICA.

Para Platón una ciudad ideal sería aquella en la que haya un gobierno aristocrático en el cual el gobernante es aquel que ha conseguido llegar a la idea de Bien, al conocimiento máximo. Esta sociedad debe estar regida bajo la justicia, por tanto los ciudadanos deben saber qué tienen que hacer para que esta justicia se lleve a cabo. Sólo entonces se conseguirá orden y armonía en la ciudad.


Platón distingue tres clases sociales dentro de esta ciudad ideal:

~        Trabajadores: no ejercen ninguna actividad política. Son los encargados de suministrar los bienes necesarios al resto de clases. Su comportamiento debe estar caracterizado por la templanza.

~        Militares: Serán los que protejan y defiendan a la ciudad tanto de enemigos como de conflictos internos. Se caracterizan por la fortaleza

~        Gobernantes: Serán los únicos que ejerzan el poder político de tomar decisiones. Son personas que han accedido al conocimiento y contemplación de las ideas. Es la clase de los gobernantes-filósofos. Caracterizados por la sabiduría


Esta desigualdad en clases se debe a las capacidades intelectuales de las personas.

Regímenes políticos:
Timocracia
Degeneración de la aristocracia
Militares
Se caracteriza por la ambición
Oligarquía
Degeneración de la timocracia
Adinerados
Se caracteriza por la codicia
Democracia
Degeneración de la oligarquía
Pueblo
Se caracteriza por la libertad y la igualdad
Tiranía
Degeneración de la democracia
Un líder
Se caracteriza por la tiranía


lunes, 17 de noviembre de 2014

PLATÓN. LA NOCIÓN DE BIEN

Platón distingue dos mundos; uno ideal (mundo inteligible) y otro, copia imperfecta del inteligible (mundo sensible). Dentro de estos dos mundos, Platón distingue distintos niveles de conocimiento dentro de cada uno de estos mundos. De esta manera se distinguen (en incremento de conocimiento); imágenes, cosas, objetos matemáticos e ideas.


Según el ateniense, las ideas es el mayor nivel de conocimiento al que se puede llegar, pero profundizando un poco distingue el punto MÁXIMO de conocimiento, el Bien. Para poder lograr alcanzar el conocimiento máximo se debe hacer a través de la educación. No obstante, también postula que esta educación debe de darse en todas las áreas de conocimiento; y solo aquellos que lo logran, serán capaces de visualizar el mundo inteligible y, en consiguiente, poder ser buenos gobernadores.


sábado, 15 de noviembre de 2014

PLATÓN. LA DIALÉCTICA.


Platón entiende la dialéctica de dos maneras, primero como un camino o método mediante el cual y gradualmente ascendemos desde la mera opinión al verdadero conocimiento (episteme) de la realidad: la contemplación inmediata e intuitiva de las ideas, cuyo logro no es posible sin cierto ascetismo y renuncia a los sentidos y a lo corporal.
Erizos de matemáticas y dialéctica

En la República, Platón establece una correlación entre los grados de conocimiento y los distintos grados de ser ocupando las ideas la máxima jerarquía. Por ello, en esta primera concepción, la dialéctica, concebida como el camino y el método del conocimiento y de la ciencia lo es también de la libertad y la justicia. Sólo el filósofo como máximo dialéctico, podrá liberar a la humanidad de las sombras de la caverna y traer la justicia al mundo.


En su segunda acepción, Platón concibe la dialéctica como un examen de las distintas ideas y de las relaciones que mantienen entre sí unas con otras, mostrando su trabazón y comunicación. Las ideas son los géneros de las cosas, a partir de los cuales y por división se definen las especies o determinaciones de las cosas.

PLATÓN. DUALISMO ANTROPOLÓGICO.


Platón utiliza los mitos para explicar distintos aspectos de la realidad.
El mito del carro alado sirve de enlace entre la teoría del conocimiento y la visión que Platón tiene del ser humano. Esta concepción se caracteriza también por ser un dualismo, si respecto a la realidad hablamos de cosas e ideas, respecto al hombre hablamos de cuerpo y alma. Este mito compara el alma humana con un carro alado al cual van unidos una pareja de caballos, uno blanco y otro negro, y auriga (conductor).

~        El caballo blanco simboliza las tendencias positivas del hombre, como coraje, valor, esperanza, y Platón lo denomina parte irascible del alma. Platón la sitúa en el pecho (sentimientos).
~        El caballo negro representa las tendencias negativas del alma, las pasiones más viles. Es la parte concupiscible del alma, situada en el estómago y relacionada con la sexualidad (físico).
~        El auriga representa la capacidad intelectual. Es la parte racional y representa el pensamiento, que sitúa en la cabeza (ideas).


El alma vive y se mueve por el mundo de las ideas, que es su hogar.
Si el auriga controla perfectamente a los caballos, el alma puede elevarse hasta contemplar las ideas supremas.
Si el auriga pierde el control sobre los caballos, se rebelan y no podrá elevarlos.
En algunas ocasiones la falta de control hace que se rompa el equilibrio entre las distintas partes y el alma cae al mundo sensible; en este necesita un cuerpo. El alma sin alas y encerrada en un cuerpo se siente prisionera, extraña y su deseo más grande es volver al mundo inteligible. Para que el alma pueda retornar al mundo inteligible, necesita que le vuelvan a brotar alas, y la única manera de que esto ocurra es a través de la educación, es decir, a través de la dialéctica, filosofía, amor o el recuerdo.


miércoles, 12 de noviembre de 2014

PLATÓN. TEORÍA DEL CONOCIMIENTO

Según Platón es necesario recorrer un camino entre ambos mundos, el sensible y el inteligible, para poder llegar al Bien. Por ello distingue cuatro niveles de conocimiento, dos en el mundo sensible y otros dos en el inteligible.

Para platón el conocimiento de peor nivel serían las imágenes, que son sombras de las cosas. El siguiente serían las cosas y los animales, copias de la verdadera realidad. En segundo lugar (ya en el mundo inteligible) están, los objetos matemáticos, razón discursiva. Y el mayor conocimiento serían las ideas, razón intuitiva.

No obstante, Platón profundiza más también incluyendo diferentes grados de conocimiento, cuatro en total, uno por cada nivel de conocimiento. Las imágenes corresponderá con la Imaginación (mundo de la opinión), las cosas con la creencia (mundo de la opinión); en cambio, los objetos materiales corresponderán con la razón discursiva (mundo de la ciencia) y por último, las ideas con la razón intuitiva (mundo de la ciencia).


Todo esto es explicado por Platón a través del mito de la caverna.